Una mujer vigorosa y optimista, confundida ante la oscuridad de Molloy, estuvo tentada en esta página de abandonar definitivamente su lectura, que le dejaba invariablemente en un estado de desagradable inquietud. En vez de eso, decidió conjurar las malas sensaciones animando el inicio de cada párrafo con una flecha ascendente, una flecha de aliento y coraje, a modo de muleta que le ayudaba a conjurar las lúgubres palabras que seguían a continuación. Gracias a estas flechas ascendentes, consiguió terminar el libro, pero nunca más volvió a leer a Beckett.
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