X.
Cuando el librero Atiza se quedaba a dormir en la librería, al despertar tomaba notas de sus sueños en el vaho de las ventanas, que luego el sol borraba con su fulgente goma de calor. Cuando le preguntaban al librero Atiza por qué no los hacía consistentes escribiéndolos en papel, respondía. “Porque sólo son humedad de la almohada”.
Bien sabio es este Atiza…