Cuando llevaba el librero Atiza de feria sus libros, claro está que los marcaba con el descuento habitual del diez por ciento, y además, en lugar preferente del tablero ponía un diez de ciento, esto es, un bloque de diez libros de sabrosísima literatura, escogidos de otro mayor de cien libros suculentos, que mantenía en la despensa separado de otro de mil libros apetitosos. Y es que Atiza no consentía que sus clientes pasaran hambre de lectura.
El sabio Atiza conoce cómo animar a sus clientes.
¡Bien por Atiza!
Saludos desde el campo.
Manuela