El librero Atiza disfrutaba muchísimo atizando libros. Revolvía el fuego que duerme bajo el menudo carbón gráfico de las líneas. Caprichosamente añadía combustible para que ardieran más. Así, por ejemplo, abriendo al azar un libro de Joyce Carol Oates, leyó esta frase: “insistía en que llevásemos diarios honestos como preparación para la poesía”
“¡Diarios sonethos como preparación para la poesía!…¡Azar elemental!”, replicó Atiza despabilando el texto con el soplillo de sus pestañas.
Cuentos de Atiza: Réplica
08/13/2010 por Tabernero
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