El librero Atiza escribía a veces “a libro”, o sea, no a lapicero, pluma, bolígrafo, máquina u ordenador, sino propiamente “a libro”. Así por ejemplo, mostraba en su librería un ensayo propio, de muy complejo argumento, redactado simultáneamente con alarde matemático y con severa economía de herramienta.
Había tomado para escribirlo dos libros de bolsillo que, apoyados sobre su canto inferior, separó entre sí quince centímetros; inscribió en las tapas de cada uno dos circunferencias, perforó su centro y, tras unir los dos volúmenes con un eje metálico, denominó a su artículo: La libratura del círculo. E inmediatamente, pitando de raíz, lo echó a rodar de mente en mente.
Me gustan muchísimo los cuentos de Atiza.Hacía mucho que no recibía ninguno. Gracias